lunes, 8 de noviembre de 2010

OREJA SIMBÓLICA PARA DIEGO SILVETI, TRAS INMERECIDO INDULTÓ


Feria del Señor de los Milagros. Domingo 7 de noviembre de 2010. Primera de abono ferial: Novillada. Cerca de media plaza en los tendidos. Seis novillos de la ganadería colombiana de La Ahumada, reglamentariamente presentados y de buen juego en general. Manseo el tercero. Fueron aplaudidos en el arrastre el primero, cuarto y sexto. Todos recibieron un sólo puyazo, excepto el tercero que recibió dos. Inmerecidamente se le premió con el indultó al que hizo quinto de la tarde.

Tomás Dufau (francés), silencio y ovación.
Diego Silveti (mexicano), ovación y oreja simbólica.
Emilio Barrantes (peruano), silencio y silencio.

La nota censurable de la novillada fue la desacertada actuación del juez de plaza, Luis Bellido Yuta, que accedió a indultar al quinto novillo de la tarde, que escupió el castigo en varas, pero también es cierto reconocer que en la muleta dió un noble y largo juego, pero insuficiente para merecer el honor de perdonarle la vida, en primera instancia con un equivocado pañuelo verde y después corregir con el correspondiente pañuelo naranja. El público serio y conocedor pidió con toda justicia ¡Otro juez!. Censurable, también, el haber permitido ser paseado a hombros a David Silveti, quie sólo cortó una oreja simbólica, y así salir por la puerta grande que no le correspondía reglamentariamente. De seguir así la conducción de las corridas feriales mal augurio nos espera.

Tomás Dufau ejecutó dos templadas faenas siendo silenciado en el primero de su lote, al que no le terminó de darle la importancia debida y por la estocada defectuosa que le infirió. Pero en el segundo consiguió redondear una interesante faena con empaque, técnica, gusto y torería que pudo valerle algún apéndice pero pinchó dos veces antes de estocada entera y el premió se redujó a ovación.

Diego Silveti, estuvo variado con el capote. Valiente y seguro con la muleta recibiendo una fuerte ovación, tras despachar de media estocada a su primero. En el quinto de la tarde cuajó faena con temple, ligazón, personalidad y sobrado valor logrando impactar en parte de los tendidos, en el representante de la ganadería, y especialmente en el juez de plaza que accedió al indultó inmerecido, premiandose al novillero con una oreja inexplicablemente. Poca vergüenza tuvo el azteca al dejarse pasear en hombros y permitirse salir aupado por la puerta grande con sólo una oreja simbólica concedida.

Emilio Barrantes no consiguió nada destacable en su primero, manso, complicado y que se rompió la mano mediada la faena. Mató de bajonazo y fue silenciado. En el que cerró plaza lució más animado y ganoso logrando pases de buen trazo por ambos pitones. Mató de certera estocada, pero que no bastó para premio, silenciadose su labor otra vez, después de escuchar un aviso.

Foto: Diego Silveti. (Cortesía Miguel Delgado).

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