martes, 20 de noviembre de 2012

LA AUTORIDAD DEL JUEZ DE PLAZA


Como es sabido, en una corrida de toros, el Juez de Plaza es la única autoridad. Esta autoridad le es delegada de parte del Alcalde de la Municipalidad Distrital de Rímac, en el caso de la Plaza de Acho y de los alcaldes provinciales y distritales de todas y cada una de las diferentes ciudades del interior del país en donde se celebran más de 600 festejos al año.

Ejercer esta autoridad implica, necesariamente, conocimiento real y amplio de todo lo relacionado con el Reglamento Taurino de Acho y, también, de todos los aspectos de la lidia del toro, de ese rito maravilloso que constituye el toreo.

Menciono esta verdad de Perogrullo por lo que aconteció el día domingo 18, durante la segunda corrida de abono, en la que, los que asistimos a la Bicentenaria Plazo de Acho, nos sorprendimos por todos los desaciertos y, ojalá errores, que cometió el señor Juez de Plaza.

Recordemos algunas perlas de este inefable Juez de Plaza: dio pase a que lidiara un toro impresentable para una plaza de la categoría de Acho, el segundo de turno que fue devuelto por la presión del público, que coreó desde el principio de la tarde el lapidario: otro juez, otro juez. Regaló, una oreja al torero francés Juan Bautista y otra al español Iván Fandiño. Si bien es cierto que, en ambos casos, el público lo solicitó, el Juez de Plaza debió acordarse de que el otorgamiento de la segunda oreja es potestad única y exclusiva de su autoridad.

Pero si lo anterior fue un error, lo que si colmó la indignación de un gran sector del público fue el indulto al último toro de la tarde: "Vencedor", de la ganadería colombiana San Sebastián de las Palmas, herrado con el número 805. Debemos indicar que el toro en cuestión fue bravo, bien presentado y noble, pero no lo suficiente como para merecer el indulto. Porque, un toro para ser indultado, no sólo debe ser bueno, sino extraordinario, que sea suficientemente picado, hecho que no fue así y que el torero que lo lidie saque el mayor provecho de su calidad, haciéndolo importante y mostrando las virtudes de su condición de toro bravo, encastado y noble, hecho que, lamentablemente, no aconteció. El público que solicitó el indulto fue sólo un sector minoritario de la plaza y el Juez se apresuró sospechosamente a otorgarlo, en complicidad con alguien de los corrales, que hecho las vacas y no permitieron la ceremonia de simulación de la estocada propia de este premio. Algo similar ocurrió, hace unos años, con el torero español Dávila Miura.

Mientras los tres matadores y el ganadero de La Carolina salían a hombros por la puerta de cuadrillas un sector del público los abucheó, demostrando su descontento e indignación.

El respeto que la plaza debe tener al Juez se lo gana, no se impone. Una mala actuación como la del domingo pasado sugiere un cambio de la autoridad, como lo ha pedido el público durante lo que va de la feria. Bien haría el señor alcalde en escuchar a los tendidos, porque son ellos los que solventan la feria.

Walter Chávez Tejada
DNI 18143426- Abonado

No hay comentarios: